22 June 2003

Otro poema de los dones
Jorge Luis Borges


Gracias quiero dar al divino Laberinto de los efectos y de las causas
Por la diversidad de las criaturas que forman este singular universo,
Por la raz�n, que no cesar� de so�ar con un plano del laberinto,
Por el rostro de Elena y la perseverancia de Ulises,
Por el amor, que nos deja ver a los otros como los ve la divinidad,
Por el firme diamante y el agua suelta,
Por el �lgebra, palacio de precisos cristales,
Por las m�sticas monedas de �ngel Silesio,
Por Schopenhauer, que acaso descifr� el universo,
Por el fulgor del fuego,
Que ning�n ser humano puede mirar sin un asombro antiguo,
Por la caoba, el cedro y el s�ndalo,
Por el pan y la sal,
Por el misterio de la rosa, que prodiga color y que no lo ve,
Por ciertas v�speras y d�as de 1955,
Por los duros troperos que en la llanura arrean los animales y el alba,
Por la ma�ana en Montevideo,
Por el arte de la amistad,
Por el �ltimo d�a de S�crates,
Por las palabras que en un crep�sculo se dijeron de una cruz a otra cruz,
Por aquel sue�o del Islam que abarc� mil noches y una noche,
Por aquel otro sue�o del infierno,
De la torre del fuego que purifica
Y de las esferas gloriosas,
Por Swedenborg, que conversaba con los �ngeles en las calles de Londres,
Por los r�os secretos e inmemoriales que convergen en m�,
Por el idioma que, hace siglos, habl� en Nortumbria,
Por la espada y el arpa de los sajones,
Por el mar, que es un desierto resplandeciente
Y una cifra de cosas que no sabemos
Y un epitafio de los vikings,
Por la m�sica verbal de Inglaterra,
Por la m�sica verbal de Alemania,
Por el oro, que relumbra en los versos,
Por el �pico invierno,
Por el nombre de un libro que no he le�do: Gesta Dei per Francos,
Por Verlaine, inocente como los p�jaros,
Por el prisma de cristal y la pesa de bronce,
Por las rayas del tigre,
Por las altas torres de San Francisco y de la isla de Manhattan,
Por la ma�ana en Texas,
Por aquel sevillano que redact� la Ep�stola Moral
Y cuyo nombre, como �l hubiera preferido, ignoramos,
Por S�neca y Lucano, de C�rdoba
Que antes del espa�ol escribieron
Toda la literatura espa�ola,
Por el geom�trico y bizarro ajedrez
Por la tortuga de Zen�n y el mapa de Royce,
Por el olor medicinal de los eucaliptos,
Por el lenguaje, que puede simular la sabidur�a,
Por el olvido, que anula o modifica el pasado,
Por la costumbre, que nos repite y nos confirma como un espejo,
Por la ma�ana, que nos depara la ilusi�n de un principio,
Por la noche, su tiniebla y su astronom�a,
Por el valor y la felicidad de los otros,
Por la patria, sentida in los jazmines, o en una vieja espada,
Por Whitman y Francisco de As�s, que ya escribieron el poema,
Por el hecho de que el poema es inagotable
Y se confunde con la suma de las criaturas
Y no llegar� jam�s al �ltimo verso
Y var�a seg�n los hombres,
Por Francis Haslam, que pidi� perd�n a sus hijos por morir tan despacio,
Por los minutos que preceden al sue�o,
Por el sue�o y la muerte, esos dos tesoros ocultos,
Por los �ntimos dones que no enumero,
Por la m�sica, misteriosa forma del tiempo.

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